Identidad, diferencia y exceso

En un mundo repleto de imágenes y exceso de información, parece cada día más complicado diferenciarse, hacerse ver entre el resto de cabecitas que asoman a nuestro alrededor.
Cada día despertamos con impactos visuales desde primera hora: la televisión, los anuncios en los transportes públicos, las vallas publicitarias que nos cruzamos al ir al trabajo, las últimas entradas en tu Facebook, Twitter, Google+, los millones de whatsapps que recibimos a todas horas, y así hasta el infinito.

Quisiera pensar que sabemos filtrar y organizar todo ese ‘ruido’ que está a nuestro alrededor, que de alguna manera, esos miles de destellos fugaces que se lanzan contra nuestro cerebro pueden ser procesados y servir de base para crear una rica cultura visual y ¡todavía mejor!, para tener un criterio personal al respecto. Para las personas que nos dedicamos al diseño esto podría ser un problema, pero si conseguimos controlar esa primera ansiedad de intentar absorber todo lo visualmente digerible, esta avalancha puede ser una oportunidad increíble. Podremos seguir construyendo, desechando y continuar aprendiendo todos los días. Puede suceder que entre tantos mensajes visuales pasen desapercibidas esas ‘joyitas’ que realmente deseamos encontrar, pero ahí está cada persona para elegir y decidir qué es lo importante.

Llamar la atención sobre algo, en principio es sencillo. Según comenta Sebastian Guerrini, el exceso es una base típica de cómo comunicar información, otra cosa es que ese exceso no deje ver otras virtudes o cualidades que realmente son las que queremos transmitir. El exceso para existir, como casi todo, necesita de la comparación, o más bien de su elemento complementario: ‘lo común’. Si quieres diferenciarte en una calle atestada de gente, ¡prueba a ir sin ropa y con un paraguas gigante de colores!, lo más seguro es que seas el centro de atención, pero ahí quedará la cosa, simplemente serás un destello; eso sí, puedes llegar a ser ‘trending topic’ ese día. ¿Te vale con eso? 😉

Con la identidad de marca sucede lo mismo: algunas empresas o entidades transmiten una imagen a base de excesos. A veces es lo único o lo más rápido para llamar la atención sobre un tema concreto, pero detrás debería existir un mensaje coherente y trabajado. ¿Y qué pasaría cuando el exceso se convierta en lo común? No se me olvidan ciertos spots surrealistas, de humor absurdo bastante dudoso y con ‘jingles’ psicotrópicos que inundaron nuestros televisores no hace tanto. También tenemos las crudas campañas que nos muestran accidentes reales, los pulmones de una persona fumadora o un niño subsahariano repleto de moscas. No es que esté en contra del exceso por norma, siempre que esté bien gestionado y sirva para transmitir realmente lo que deseamos (hablando de mensaje visual, claro!).

Si queremos diferenciarnos, adelante! pero seamos realmente conscientes de cómo lo hacemos… el exceso y el humor absurdo se lo dejo a mi admirado Pedro Reyes (allí donde esté seguro que no pasa desapercibido).